Cada
ciudad, cada pueblo, tiene sus monumentos, sus dulces típicos, sus fiestas
patronales… y su agua del grifo. El líquido elemento que sale de las cañerías
(y que de forma más técnica se llama agua apta para consumo humano o,
simplemente, agua potable) es diferente en cada lugar. Porque lo que llamamos
agua no es solo un conjunto impoluto de moléculas de H2O, sino que lleva
disueltas muchas otras sustancias: su composición química depende de factores
como su procedencia o su tratamiento, y de ella dependen características como
el sabor o el olor (las propiedades organolépticas). Por eso esta agua no es,
como suele decirse, inodora e insípida.
"El gusto o
el olor de ciertas aguas para beber pueden no ser agradables, pero eso no
significa que no sean potables."
“En la
composición del agua de consumo es fundamental el carácter geológico del lugar
de donde procede, por ejemplo, si son aguas subterráneas o superficiales”, dice
Fernando Morcillo, presidente de la Asociación Española de Abastecimientos de
Agua y Saneamiento (AEAS). “El agua es uno de los mejores
disolventes que conocemos, está siempre deseando disolver cosas”, explica el
experto, así que, en el caso de las subterráneas, no es lo mismo que provengan
de un medio calizo o yesífero, que disuelve en el agua sulfatos y carbonatos
(produciendo un “agua gorda”, más pesada y que puede tener cierto sabor), que
la procedencia de medios de granito o gneis, que disuelven pocas sales en el
agua. Estos son los medios de los que suelen proceder las aguas de montaña, que
suelen tener mejores propiedades organolépticas. El agua para el consumo humano
es en España en un 69% superficial (procedente de ríos, embalses, lagos,
etcétera), en un 30% subterránea (pozos, manantiales o galerías de filtración)
y en un 1% marítima, según un estudio de 2011 del Ministerio de Sanidad,
Servicios Sociales e Igualdad (MSSSI).
Además,
el agua también puede contener ácidos y sales de carácter biológico, producto
de la materia orgánica de los suelos. A veces, estos compuestos le pueden dar a
ciertas aguas cierto sabor a barro.
Cloro y sales
El agua del
grifo también contiene cloro, que se utiliza para potabilizarla, eliminando los
microorganismos patógenos. El término “dureza” del agua se refiere al alto
nivel de minerales, especialmente sales de magnesio y calcio, y suele verse
escrito en los envases de los detergentes. “Es porque a las aguas duras les
cuesta más generar espuma, y los detergentes, que son tensoactivos, funcionan
de ese modo”, afirma Eloy García Calvo, director del instituto de investigación Imdea Agua. Es importante, pues, ajustar la cantidad de detergente
utilizado a la dureza del agua de nuestra zona.
Potabilización
El agua de
consumo se somete a tratamientos de potabilización y los parámetros que se
controlan son los microbiológicos (esos que pueden afectar a la salud a corto
plazo), los químicos (contaminación producida por la actividad humana), los
indicadores (que dan idea de la eficacia del tratamiento del agua y su control)
y la radiactividad (natural, debida a las características del terreno y más
frecuente en aguas subterráneas). Aunque no es infrecuente en el mundo la
transmisión de enfermedades por vía hídrica, según informa el ministerio, en
España la incidencia es escasa. Para conocer la calidad del agua de su zona
puede usted consultar al organismo Sistema de Información Nacional de Aguas de
Consumo (SINAC).
Hay otras
formas de obtener agua potable, por ejemplo, las desalinizadoras, que hacen apta
el agua del mar. “Son aliadas perfectas, porque hoy en día existe la tecnología
suficiente para convertir cualquier tipo de agua en apta para el consumo”, dice
García Eloy. En España está prohibido, pero en algunos países, como Singapur,
llegan a tratar aguas residuales, como las del alcantarillado. “Puede que esta
idea aquí pueda generarnos repulsión”, dice el investigador, “pero con la
tecnología disponible se puede conseguir el mismo nivel de calidad”.
Muchas veces no
somos conscientes de los prodigios cotidianos a los que asistimos: uno abre el
grifo y el agua ha subido ocho pisos por las cañerías y sale a presión. ¿Cómo
se consigue? La forma más sencilla es aprovechar la energía potencial
gravitatoria que se enseña en la física escolar. “Se consigue poniendo los
depósitos de agua en cotas altas, por encima del nivel de los edificios”, dice
Fernando Morcillo. Es decir, en montes cercanos, barrios más altos en la propia
ciudad o, simplemente, colocando un depósito elevado sobre columnas. En teoría,
el agua podría volver a alcanzar, después de distribuida, la misma altura de la
que parte. En territorios sin elevaciones hay otra solución: el bombeo, que
plantea problemas. “El consumo de energía en bombeo de agua es importante. Hay
un concepto que está de moda en estos tiempos, es el binomio agua-energía”,
dice Eloy García Calvo. “No hay agua sin energía y, de alguna manera, no hay
energía sin agua”, concluye.
“Podemos
rechazar ciertas aguas del grifo por un sabor u olor levemente desagradables,
pero esto no quiere decir que no sean potables. En España podría decirse que
prácticamente todos los grifos dan agua potable y, si no la dan, hay que
indicarlo con un cartel bien visible”, dice García Calvo. En concreto, el 99,3% del agua de
grifo en España es potable, según datos del MSSSI de 2013. “Las empresas de
distribución de agua están obligadas a hacer controles exhaustivos y
frecuentes, algunas sustancias se controlan a diario”, aclara el investigador.
La legislación española a este respecto es rigurosa y se basa en directivas
europeas.
Según los
expertos, el agua del grifo no le tiene nada que envidiar a las aguas
embotelladas (además, elude el problema de generar residuos como los envases).
Pero la producción de este producto llega a los 5.331 millones de litros
embotellados al año en España, según la Asociación Europea de Aguas
Embotelladas (EFBW,en sus siglas inglesas), con un
crecimiento del 2,5%, según la consultora Nielsen. Seis empresas
multinacionales copan este mercado en el que la población española se gasta
1.000 millones al año.
#Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/03/21/ciencia/1458575816_770462.html?
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