El primer nudo molecular con ocho cruzamientos augura una profusión de nuevos materiales.
“Los principios de la
teoría de nudos son muy similares a los de tejer”, dice David Leigh, profesor de química en la Universidad de
Manchester y miembro de la Royal Society de Londres. Su grupo está en la
vanguardia de la construcción de nudos no con trozos de soga, sino con
moléculas, y acaba de lograr un hito en ese campo: el primer nudo molecular con
ocho cruzamientos. Lo que estos pioneros están aprendiendo a hacer anudando
moléculas tendrá, según espera Leigh, una aplicación directa para tejer nuevas
clases de materiales y nanomáquinas. La élite tecnológica ha reinventado el
telar.
Los nudos
convencionales son en sí mismos una cultura ancestral, una técnica y un arte.
Nudo de tope para que las cuerdas no se deshilachen, gaza del pescador para
atar una lazada alrededor de un soporte, puño de mono que funciona como una
plomada, ayustes, cotes, vueltas, ligadas, nudos planos y de botón, de montaña
y decoración, la lista es interminable. “Los nudos pueden resultar a la larga
tan versátiles y útiles en la nanoescala como lo han sido en la macroescala”,
auguran Leigh y sus colegas de Manchester, que presentan su investigación
enScience.
La
teoría de nudos es una parte esencial de la topología, la disciplina geométrica
que investiga las propiedades de los objetos que no cambian por mucho que se
les deforme, siempre que no se rompan ni se les abra un agujero que no tuvieran
antes. Los matemáticos conocen así que el parámetro fundamental que describe la
naturaleza de un nudo es el número de veces que un tramo de cuerda se cruza con
otro.
También saben que hay
exactamente 84 nudos posibles que se pueden formar con nueve cruzamientos; y
6.000 millones de nudos con menos de 21 cruzamientos; e infinitos nudos con
infinitos cruzamientos; y saben que cualquier nudo puede formarse trenzando
varias cuerdas. El propio Leigh recomienda a los lectores de Materia esta entrada de Wikipedia para
profundizar en la teoría de nudos.
La teoría de nudos es
una parte esencial de la topología, la disciplina geométrica que investiga las
propiedades de los objetos que no cambian por mucho que se les deforme
Pero la química va muy
por detrás de las matemáticas, e incluso de las artes de marinería. Los
químicos de Manchester han percibido con perplejidad que, por ejemplo, solo 4
de los 84 nudos de nueve cruzamientos se pueden formar trenzando dos cadenas
químicas. Trenzar tres cadenas químicas mejora las opciones (hasta 25 de los
84), pero agrava exponencialmente los problemas técnicos. Es resolviendo con
inteligencia creativa algunos de estos como Leigh y su laboratorio han logrado
el primer nudo de ocho cruzamientos. Su nombre es 819. El 8 es por los
cruzamientos, y el 19 no es más que un número de serie.
Pero, si la topología
ha demostrado que cualquier nudo se puede formar trenzando cadenas, ¿puede la
técnica de Manchester ampliarse a escala para formar cualquier posible nudo?
“Sí”, responde Leigh, “eso debería ser posible, en principio, aunque hay
algunos problemas que resolver primero, como el de controlar la secuencia de
cruzamientos por arriba y por abajo en los nudos menos simétricos que el que
hemos hecho ahora”.
Como los principios
del anudado son muy similares a los de tejer, explica el químico de Manchester,
“debería ser posible utilizar lo que estamos aprendiendo sobre nudos
moleculares para tejer cadenas moleculares y crear así nuevos tipos de
materiales. En nuestro mundo cotidiano conocemos muy bien los beneficios de
tejer: puedes tejer materiales que se estiran en una dirección u otra,
manteniendo la forma, y que son ligeros, fuertes y flexibles. Con suerte
podremos utilizar estos mismos conceptos para tejer cadenas moleculares y hacer
así plásticos y polímeros con ventajas similares”.
Leigh pone el ejemplo
del Kevlar, una fibra sintética creada en 1965 por la química polaca Stephanie
Kwolek, y utilizada desde entonces para los chalecos antibalas, los frenos de
los coches y ciertas piezas de los aviones. “Es un polímero super-robusto”,
dice el científico, “con una estructura química que consiste en cilindros
minúsculos que se empaquetan muy juntos, como lápices en una caja. Si podemos
tejer cadenas moleculares en tejidos moleculares, quizá podamos conseguir el
mismo tipo de fuerza con un material más ligero y flexible”.
Un bello ejemplo de
química, matemáticas y artesanía al servicio del conocimiento y de la industria
del futuro.
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