lunes, 22 de mayo de 2017

Nuevo método electroquímico para purificación extrema del agua


Cuando se trata de eliminar del agua hasta las concentraciones de sustancias contaminantes más bajas, los métodos actuales de separación tienden a precisar mucha energía y muchos productos químicos. Ahora, un nuevo método podría proporcionar una alternativa selectiva para retirar compuestos no deseados incluso si solo están presentes en niveles bajísimos.

La nueva tecnología es obra del equipo internacional de Xiao Su, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge, Estados Unidos.

El sistema se vale de un método novedoso, que emplea un proceso electroquímico para eliminar de forma selectiva sustancias contaminantes orgánicas tales como pesticidas, productos químicos de desecho, y fármacos, incluso cuando se hallan presentes en concentraciones pequeñas pero peligrosas. El sistema también supera limitaciones clave de los métodos convencionales de separación electroquímica, como las fluctuaciones de acidez y las pérdidas de rendimiento que pueden suceder como resultado de reacciones químicas contrapuestas.

Las actuales técnicas para limpiar el agua de tales agentes contaminantes muy diluidos incluyen el filtrado por membrana, que es caro y tiene una eficacia modesta cuando las concentraciones son bajas; y la electrodiálisis y la desionización capacitiva, que a menudo requiere voltajes altos que tienden a producir reacciones químicas secundarias. Estos procesos también tienen otras limitaciones y riesgos.


En el nuevo sistema, el agua fluye entre superficies tratadas químicamente, o “funcionalizadas”, que sirven como electrodos positivo y negativo. Estas superficies de electrodo están recubiertas con lo que se conoce como materiales faradaicos, que pueden experimentar reacciones para cargarse positiva o negativamente. Estos grupos activos pueden ser ajustados para enlazarse fuertemente a un tipo específico de molécula potencialmente contaminante, como el equipo ha demostrado usando ibuprofeno y varios pesticidas. Los investigadores constataron que este proceso puede retirar de forma efectiva tales moléculas incluso en concentraciones del orden de partes por millón.


jueves, 11 de mayo de 2017

El CERN inaugura un nuevo acelerador de partículas

El Consejo Europeo de Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en francés), ha inaugurado su nuevo acelerador de partículas lineal, llamado Linac 4, el acelerador más nuevo del laboratorio europeo de física de partículas desde el Gran Colisionador de Hadrones (LHC).

España, como Estado miembro del CERN, ha participado en la construcción del nuevo acelerador -que sustituirá al antiguo Linac 2, en funcionamiento desde 1978-, que tiene unas dimensiones de casi 90 metros de largo y se encuentra ubicado a doce metros bajo el suelo. Su construcción ha llevado casi una década.
El Linac 4 proporcionará haces de partículas de mayor energía al complejo de aceleradores del CERN, lo que permitirá al LHC alcanzar una mayor luminosidad, medida del número de colisiones, a partir de 2021. Tras un periodo de prueba, el Linac 4 se conectará al sistema de aceleradores del CERN durante la próxima parada larga de mantenimiento, en torno al 2019 y 2020. El Linac 4 será el primer eslabón en la cadena de aceleradores del CERN, proporcionando haces de protones a un amplio abanico de experimentos.
INCREMENTO DE LUMINOSIDAD
El acelerador lineal es el primer elemento esencial en una cadena de aceleradores de partículas. En él, las partículas producidas reciben la aceleración inicial; la densidad e intensidad de los haces de partículas se establece también en el linac.
El Linac 4 enviará iones negativos de hidrógeno, que consisten en un átomo de hidrógeno con dos electrones, al Proton Synchrotron Booster (PSB) del CERN, que acelera después los iones negativos quitando los electrones. El Linac 4 lleva el haz hasta los 160 MeV de energía, más de tres veces la energía alcanzada por su predecesor. El aumento de energía, junto con el uso de iones de hidrógeno, permitirá doblar la intensidad del haz proporcionado al LHC, lo que contribuirá al incremento de su luminosidad.
La luminosidad es un parámetro que indica el número de partículas que chocan en un determinado periodo de tiempo. Se prevé que la luminosidad máxima del LHC se incremente en un factor 5 en 2025, lo que permitirá a los experimentos acumular diez veces más datos en el periodo entre 2025 y 2035 que en el periodo anterior.
El LHC de Alta Luminosidad proporcionará, así, medidas más precisas de las partículas elementales que las obtenidas actualmente, además de ofrecer la posibilidad de observar procesos inusuales que suceden fuera del rango de sensibilidad actual del LHC.

¿Por qué lloramos al cortar cebolla?

¿Qué sustancia es exactamente la que nos irrita los ojos?

Las cebollas contienen trans-S-(1-propenil)-L-cisteina sulfóxido, una molécula que es inodora. Cuando cortas la cebolla, produces roturas celulares que permiten a un enzima llamada alinasa entrar en contacto con el trans-S-(1-propenil)-L-cisteina sulfóxido, produciendo, piruvato, amoniaco y syn-propanotial-S-óxido. Esta última molécula es la responsable de la irritación ocular y del lagrimeo.

Reacción catalizada por la alinasa.

No se sabe con certeza porqué este propanotial es lacrimógeno, pero se cree es debido a que en contacto con el agua se descompone dando popanal, ácido sufúrico y ácido sulfhídrico. Posiblemente es el ácido sulfúrico, un ácido muy fuerte, es el que daña la membrana corneal produciendo el lacrimeo.

Descomposición del propanotial.

Y ya para terminar, diremos que el mal olor que deja la cebolla es debido a varias sustancias azufradas presentes en la cebolla:

El ácido sulfhídrico producido en la reacción anterior, huele a huevos podridos, pero no es la única sustancia presente en la cebolla que produce mal olor; otros productos azufrados, como el dipropildisulfuro o el alilp ropildisulfuro también colaboran en esta olorosa misión.

miércoles, 10 de mayo de 2017

LA PARTICULA DE DIOS

El Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN) de Ginebra ha vuelto a poner en marcha estos días el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), con el que hace un par de años se realizó uno de los descubrimientos más importantes en el campo de la física de partículas en las últimas décadas: el bosón de Higgs. Explicamos qué es la llamada ‘partícula de Dios’ y por qué su detección fue tan importante.

La ‘partícula de Dios’ se manifestó por primera vez entre los hombres el 4 de julio de 2012. Más conocida como Bosón de Higgs, un grupo de físicos propuso su existencia en 1964 pero no se confirmó hasta la primavera de 2013 en el CERN.
Los científicos del LHC, un acelerador de partículas del CERN, proclamaron su descubrimiento después de más de medio siglo de búsqueda y el hallazgo conmocionó al mundo. Sin embargo, más allá de los círculos científicos, muchos no iniciados ignoran qué es este bosón y por qué es relevante su existencia.

Entonces, ¿qué es el bosón de Higgs?

En esencia y de forma burda, se trata de una partícula elemental que permite explicar la diferencia entre las masas de las distintas partículas que componen la naturaleza. Para poder ahondar en este fenómeno y llegar a comprenderlo, es necesario refrescar previamente una serie de conceptos.
En primer lugar, la materia está compuesta por átomos. Estos átomos, a su vez, están formados por un núcleo central, con neutrones y protones, y a su alrededor giran los electrones.
Sin embargo, estos protones y neutrones se componen de partículas todavía más pequeñas, llamadas quarks. Se trata de partículas elementales, igual que los electrones, que son indivisibles.

¿Cuál es el problema?

En la década de los sesenta, los científicos trataban de comprender cómo funcionaban los protones y los neutrones por dentro, y las teorías no terminaban de encajar.
Los físicos no entendían a qué se debían las enormes diferencias de masa entre las distintas partículas elementales. Por ejemplo, el quark ‘cima’ (uno de los seis tipos que existen) es mucho más pesado que un electrón. Concretamente, su masa es 350.000 veces mayor. Esta es la misma diferencia de peso que hay entre una sardina y una ballena.
 Presentaron una teoría que aseguraba que todo el espacio está relleno de un campo que interacciona con las partículas elementales y es esto lo que les confiere masa.
Se trata del ‘campo de Higgs’, que permea todo el universo.

Como peces en el agua

Para comprender mejor su funcionamiento, es posible establecer una sencilla analogía. Las partículas elementales están inmersas en el campo de Higgs como los peces en el agua. Una sardina en el mar, al ser pequeña, interacciona muy poco con el medio y puede moverse rápidamente. Por el contrario, una ballena, con un tamaño mucho mayor, interacciona con más agua y se desplazará más despacio.
Al trasladarlo al caso subatómico, la idea es que cuanto mayor es la interacción de una partícula con el campo de Higgs, mayor es su masa. Se podría decir que este campo “frena” más a las partículas cuanto más pesadas son, igual que ocurre con el agua y los peces.
Según esta teoría, la masa no sería una propiedad intrínseca de las partículas sino el resultado de una interacción con el campo de Higgs.

¿Dónde aparece el bosón de Higgs?

De la misma manera que el agua está compuesta por moléculas de H2O, el campo de Higgs está formado por un incontable número de bosones de Higgs.
Para demostrar que esta teoría propuesta en 1964 era cierta, era necesario encontrar estos bosones. Para ello, se construyeron los grandes aceleradores de partículas.

¿Por qué resultó tan complicado observarlo?

Por dos motivos fundamentales. En primer lugar, para generar un bosón de Higgs se necesitan intensidades de energía muy elevadas, similares a las del Big Bang. Para reproducir estas condiciones, fue necesario construir grandes aceleradores de partículas como el LHC del CERN, donde finalmente fue detectado.
En segundo lugar, una vez generado el bosón de Higgs, se desintegra muy rápidamente y desaparece antes de que pueda ser observado. De hecho, lo que se detecta en los experimentos no es el bosón de Higgs, sino los residuos que deja al descomponerse.

¿Qué hicieron los físicos en el LHC?

De manera muy simplificada, en este acelerador se hizo colisionar de frente haces de protones a velocidades elevadísimas para generar instantes de gran energía y observar qué partículas aparecían. Durante fracciones de segundo, el LHC conseguía reproducir las condiciones del Big Bangy se formaban nuevas partículas subatómicas, entre ellas el bosón de Higgs.

martes, 9 de mayo de 2017

Aprendiendo a tejer con moléculas

El primer nudo molecular con ocho cruzamientos augura una profusión de nuevos materiales.


Un nudo de ocho cruzamientos.

“Los principios de la teoría de nudos son muy similares a los de tejer”, dice David Leigh, profesor de química en la Universidad de Manchester y miembro de la Royal Society de Londres. Su grupo está en la vanguardia de la construcción de nudos no con trozos de soga, sino con moléculas, y acaba de lograr un hito en ese campo: el primer nudo molecular con ocho cruzamientos. Lo que estos pioneros están aprendiendo a hacer anudando moléculas tendrá, según espera Leigh, una aplicación directa para tejer nuevas clases de materiales y nanomáquinas. La élite tecnológica ha reinventado el telar.

Los nudos convencionales son en sí mismos una cultura ancestral, una técnica y un arte. Nudo de tope para que las cuerdas no se deshilachen, gaza del pescador para atar una lazada alrededor de un soporte, puño de mono que funciona como una plomada, ayustes, cotes, vueltas, ligadas, nudos planos y de botón, de montaña y decoración, la lista es interminable. “Los nudos pueden resultar a la larga tan versátiles y útiles en la nanoescala como lo han sido en la macroescala”, auguran Leigh y sus colegas de Manchester, que presentan su investigación enScience.
La teoría de nudos es una parte esencial de la topología, la disciplina geométrica que investiga las propiedades de los objetos que no cambian por mucho que se les deforme, siempre que no se rompan ni se les abra un agujero que no tuvieran antes. Los matemáticos conocen así que el parámetro fundamental que describe la naturaleza de un nudo es el número de veces que un tramo de cuerda se cruza con otro.

También saben que hay exactamente 84 nudos posibles que se pueden formar con nueve cruzamientos; y 6.000 millones de nudos con menos de 21 cruzamientos; e infinitos nudos con infinitos cruzamientos; y saben que cualquier nudo puede formarse trenzando varias cuerdas. El propio Leigh recomienda a los lectores de Materia esta entrada de Wikipedia para profundizar en la teoría de nudos.

La teoría de nudos es una parte esencial de la topología, la disciplina geométrica que investiga las propiedades de los objetos que no cambian por mucho que se les deforme

Pero la química va muy por detrás de las matemáticas, e incluso de las artes de marinería. Los químicos de Manchester han percibido con perplejidad que, por ejemplo, solo 4 de los 84 nudos de nueve cruzamientos se pueden formar trenzando dos cadenas químicas. Trenzar tres cadenas químicas mejora las opciones (hasta 25 de los 84), pero agrava exponencialmente los problemas técnicos. Es resolviendo con inteligencia creativa algunos de estos como Leigh y su laboratorio han logrado el primer nudo de ocho cruzamientos. Su nombre es 819. El 8 es por los cruzamientos, y el 19 no es más que un número de serie.

Pero, si la topología ha demostrado que cualquier nudo se puede formar trenzando cadenas, ¿puede la técnica de Manchester ampliarse a escala para formar cualquier posible nudo? “Sí”, responde Leigh, “eso debería ser posible, en principio, aunque hay algunos problemas que resolver primero, como el de controlar la secuencia de cruzamientos por arriba y por abajo en los nudos menos simétricos que el que hemos hecho ahora”.

Como los principios del anudado son muy similares a los de tejer, explica el químico de Manchester, “debería ser posible utilizar lo que estamos aprendiendo sobre nudos moleculares para tejer cadenas moleculares y crear así nuevos tipos de materiales. En nuestro mundo cotidiano conocemos muy bien los beneficios de tejer: puedes tejer materiales que se estiran en una dirección u otra, manteniendo la forma, y que son ligeros, fuertes y flexibles. Con suerte podremos utilizar estos mismos conceptos para tejer cadenas moleculares y hacer así plásticos y polímeros con ventajas similares”.

Leigh pone el ejemplo del Kevlar, una fibra sintética creada en 1965 por la química polaca Stephanie Kwolek, y utilizada desde entonces para los chalecos antibalas, los frenos de los coches y ciertas piezas de los aviones. “Es un polímero super-robusto”, dice el científico, “con una estructura química que consiste en cilindros minúsculos que se empaquetan muy juntos, como lápices en una caja. Si podemos tejer cadenas moleculares en tejidos moleculares, quizá podamos conseguir el mismo tipo de fuerza con un material más ligero y flexible”.
Un bello ejemplo de química, matemáticas y artesanía al servicio del conocimiento y de la industria del futuro.